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no qué de qué

viernes, 26 de febrero de 2010

Aunque la realidad sea como una arcada.

Aunque sea así digo convencido de mi posición, después de haber perdido el tiempo bailando con una bella dama inglesa, que el deseo jamás se interpondrá nuevamente en mi visión. Puede que reviente, puede que mi mente sea ausente, puede que mi estado deteriore rápidamente, no creo ya en la satisfacción banal. Es un entretenimiento idiota, una inversión sin fondos, una sanguijuela ávida. El pensamiento se retuerce de emoción como un niño caprichoso imaginando sin motivos situaciones sin ton ni son. Aunque suene rara esta canción, digo aún mas convencido que un simple deseo no es mas que una imagen y una ilusión... completamente material, absolutamente falta de trascendencia. Y si trascendencia tuviera, no sería mas que una simple flecha apuntando hacia un error. Pues digo ya que el deseo o el amor carnal no es mas que una perdida de tiempo, aunque compañera desease encontrar para compartir camino, el camino no requiere de segundos ni terceros, aunque quisiese compartir el amor mas exacerbado no es mas que una idea concebida sobre la felicidad ¡Pobre de mi que me creo solo! Aun sabiendo que nunca ha existido la soledad, pobre mente que se regocija pensando en la carne como finalidad. Siendo esto un hecho, no puedo hacer mas que apartarme de este negro asunto y olvidar casi como a un sueño fantástico sus rubios cabellos y el suave aroma de sus caderas.
Es así como despierto casi con desgana a mi propia realidad.

sábado, 13 de febrero de 2010

Imperiosa auge de la pasión: El ajo

El ajo.. oh! ajo! en fin, decía por supuesto y daba las gracias de ser un alimento delicioso. Luego, cuando los rabinos que vivían en una casa con huerto en el techo de una casa de campo se dieron cuenta de que su infinita sabiduría no duraría un minuto al caer en manos de los horribles habitantes que habitaban bajo sus pies. construyeron un barco y 7 embarcaderos para aterrorizar con sus sombras mortíferas a los grisáceos cielos que cernirían sobre las cabezas la perfidia. Era pues este trabajo motivo de alegría. En la casa de los malos inquilinos se juzgaba a los ausentes con palabras despectivas, el ausente estuvo allí en espíritu y alegó con aire ofendido sus motivos de desprecio, sus parcas pero concisas palabras fueron arrolladas por un razonamiento intelectual que mas que razonar oía con deleite sus propias palabras. Quien las emitía se enorgullecía tremendamente  de su erudición, mas nunca tuvo nada que ver la erudición con la verdad o la realidad.
Este es pues mi eventual presentación de los hechos borrosos, pues o estuve en la isla de los 7 embarcaderos en un barco de nube y vi la horrorosa casa y a los sabios rabinos huir de ella.